Soy un puente que salta del sueño a la vigilia
y nunca llega a estar donde se piensa.
Lo sostiene la propia incertidumbre,
el hambre de tamaños, el abismo
que grita mordeduras misteriosas
buscando matrimonio con su imagen
de vuelos estancados.
El horizonte apuesta a que no llego
y si llego me miente en otros límites
donde ocurro incorpóreo.
Ando a la caza de una sombra mía
que le dé solución al grito que pronuncia
mi nombre de semántica sin letras
que puedan redactarse.
A veces soy un cólico de puertas esperando
un golpe de visitas, no sé quiénes;
tal vez la desmemoria, ser la luz
que alumbra sin saberlo.
Pastor Aguiar
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