Era un hombre quizás, por decir alguien,
un cólico en el vientre de la vida
matándose a sí mismo.
Era el mundo en dos sexos, ambos polos
de la ecuación del hambre acumulada.
cada boca en la boca dando coces
para decirse Amor.
Eran todos y todas y las veces
que repite el misterio como un mantra
esta forma partida en dos mitades
anhelando sus sésamos de auxilio
a pesar de tenerse en las costillas
rescatadas del barro.
Él iba con sus peces en el rostro
y ella siendo agua lo miraba
alejarse en redondo, de regreso
al origen común.
Pastor Aguiar
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