domingo, 16 de septiembre de 2012

Por si decir me alivia



Iba a decir “fatalidad del árbol”
y sucesivamente otras desgracias
como aquella del ave desvolando caídas,
o lo que duele el peso,
su golpe a la estatura aunque sea invisible
cuando a nadie ejecuta.

Iba a decir batalla, no habrá treguas
para el ojo y sus víctimas de siempre,
las formas hasta cuándo…
El hambre de la nada por la forma
en lo oscuro del ciego.

Mas la rama gozosa me detuvo,
el pájaro era Verdi en su vuelo triunfal,
mansos los precipicios, indoloros
perfumes de un caerse que si llega
soñará nuevas cimas.

Yo soy el condenado por la mente:
El simio que me inventa y me destruye
en jíbaros objetos de sustancia
ajena a la verdad.

La verdad no se dice, no hay palabras,
la luz es su silencio más allá de lo visto:
Donde mismo yo estaba sin saberme.

Pastor Aguiar

domingo, 2 de septiembre de 2012

Mis cosas





Yo también tengo mi catálogo
de cosas que dijera inabordables
como una risa griega no estrenada,
y una rosa incolora cuando sueñe
que escribí la Odisea.

En la página absurda me defiendo
de los hechos comunes, los ataques
de una vejiga llena de peces malheridos
creyéndome hospital; yo que soy tumba
por ahora desierta.

Voy contando medallas en minutos,
buenos días de gente hasta que duren,
cuadros desconocidos para mí casi Goyas
a punto de ser yo con los pinceles
en lúdico harakiri.

Pudiera hacer un inventario
de todos mis asuntos volumétricos
hasta quedarme nulo, y ya verán
si vienen los ladrones con su fama
a decir que les robe alguna prenda
para al fin completarme.

Pastor Aguiar