domingo, 16 de septiembre de 2012

Por si decir me alivia



Iba a decir “fatalidad del árbol”
y sucesivamente otras desgracias
como aquella del ave desvolando caídas,
o lo que duele el peso,
su golpe a la estatura aunque sea invisible
cuando a nadie ejecuta.

Iba a decir batalla, no habrá treguas
para el ojo y sus víctimas de siempre,
las formas hasta cuándo…
El hambre de la nada por la forma
en lo oscuro del ciego.

Mas la rama gozosa me detuvo,
el pájaro era Verdi en su vuelo triunfal,
mansos los precipicios, indoloros
perfumes de un caerse que si llega
soñará nuevas cimas.

Yo soy el condenado por la mente:
El simio que me inventa y me destruye
en jíbaros objetos de sustancia
ajena a la verdad.

La verdad no se dice, no hay palabras,
la luz es su silencio más allá de lo visto:
Donde mismo yo estaba sin saberme.

Pastor Aguiar

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