Yo sé que en lo que miro están los versos
como peces que nadan la sustancia
que no es muerte ni vida, sino el grito
del hambre de las cosas por ser dichas.
Y al saber la verdad cierro los ojos
para ver las regiones que hay en mí:
Espejos sin retorno con mil caras
en busca de lo mismo que yo busco.
No hay ninguna razón al fin y al cabo
que sirva de instrumento al que delira
desde su boca rotos proyectiles
con nombres de poemas mal heridos.
Por eso viajo sin moverme nunca,
pensando desde el árbol la semilla
a ver si doy el fruto que madure
mi grano de silencio alucinado.
Pastor Aguiar
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