El día se levanta y le sacude
a su pozo de
luz todos los grises,
va llenando de pájaros el arco
que ensancha su estatura al infinito.
La noche queda atrás y parece mentira
que no haya sido siempre como ahora:
amagos de pan crudo, riendas sueltas,
desboque de ciudades.
El reloj se estremece acobardado
con un tiempo que juega a ser eterno,
imagino su nombre, muchedumbre,
sus límites no duran,
el abajo es arriba.
El día es un desnudo más que pasa
regando transparencias.
Pastor Aguiar