martes, 25 de diciembre de 2012

Wislawa tal vez





“Qué hago yo con un rostro y no una hoja”.
Qué resuelvo no leña angustiando a la rama:
Ese dibujo, vuelo memorioso,
estocada tendida al infinito
y allí su boca frágil.

Cómo es posible mi raíz sin tierra,
no haber fructificado todavía
cuando toca al big bang la vez del punto
y debo conjugarme multiverbo.

Qué hago aquí de víctima al gusano
si mi raza es erecta en el fragor del bosque,
libre de cualquier ojo que aprisione
con su leve existencia mi quieta eternidad,
si árbol transcurro plenamente
aunque nadie me diga.

Pastor Aguiar
Enero 22-12

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Terco mineral





Copular con la página en blanco,
entrarle a la derecha por la izquierda,
desbigotar al verbo con un grito
que adverviándolo arrope.

Darle candela al agua con asombros
dulciamargos por obra y gracia
de un no sé qué:
quizás un pájaro intangible,
un planeta que nace definiendo lo lejos
y el hambre todavía en su trabajo
de terco mineral.

Que venga un susto gruta del estómago,
la rara compulsión casi asesina
hasta el instante de parirse
al albo precipicio.

Y tan poco que duran las visones,
la enjundia en el vocablo si estornuda
tembloroso al poema.

Pastor Aguiar

jueves, 18 de octubre de 2012

Qué puedo hacer





No sé cantar, no sé escribir con gracia,
y me mata el deseo de hacer algo
que pague mi existencia en este mundo
al que llegué de un golpe.

Me gritaron de golpe un casi agosto,
para colmo de noche, ¿habrá dolido
tanto a mi madre el acto de crearme?

Han pasado sesenta y más razones
por mis costillas que dijera alas
tatuadas en la tierra donde muero
con la pluma en alto por si ocurre
el milagro de darme por escrito
ya que nunca me he dado.

Tanto que rezo, tanta el hambre
de palabras mías, Dios mi boca,
esta boca de sangre masticada.

Y cómo me desnudo,
dónde llevo las ropas que me ciñen,
¿será simple ilusión creerme hombre?
Sólo sé que esta carne sabe a mí
y se hace vieja poco a poco.

Me estoy ejecutando, me eyaculo
en un acto final como los héroes
sin nadie que los mate.

Pastor Aguiar

domingo, 16 de septiembre de 2012

Por si decir me alivia



Iba a decir “fatalidad del árbol”
y sucesivamente otras desgracias
como aquella del ave desvolando caídas,
o lo que duele el peso,
su golpe a la estatura aunque sea invisible
cuando a nadie ejecuta.

Iba a decir batalla, no habrá treguas
para el ojo y sus víctimas de siempre,
las formas hasta cuándo…
El hambre de la nada por la forma
en lo oscuro del ciego.

Mas la rama gozosa me detuvo,
el pájaro era Verdi en su vuelo triunfal,
mansos los precipicios, indoloros
perfumes de un caerse que si llega
soñará nuevas cimas.

Yo soy el condenado por la mente:
El simio que me inventa y me destruye
en jíbaros objetos de sustancia
ajena a la verdad.

La verdad no se dice, no hay palabras,
la luz es su silencio más allá de lo visto:
Donde mismo yo estaba sin saberme.

Pastor Aguiar

domingo, 2 de septiembre de 2012

Mis cosas





Yo también tengo mi catálogo
de cosas que dijera inabordables
como una risa griega no estrenada,
y una rosa incolora cuando sueñe
que escribí la Odisea.

En la página absurda me defiendo
de los hechos comunes, los ataques
de una vejiga llena de peces malheridos
creyéndome hospital; yo que soy tumba
por ahora desierta.

Voy contando medallas en minutos,
buenos días de gente hasta que duren,
cuadros desconocidos para mí casi Goyas
a punto de ser yo con los pinceles
en lúdico harakiri.

Pudiera hacer un inventario
de todos mis asuntos volumétricos
hasta quedarme nulo, y ya verán
si vienen los ladrones con su fama
a decir que les robe alguna prenda
para al fin completarme.

Pastor Aguiar