domingo, 27 de mayo de 2012

El último día de de la finca




En el último día de la finca
todos se reunieron, los vivos y los muertos,
los pájaros sin aire y el camino en redondo
sin saber alejarse del abismo.

Fue el día más cabrón de la existencia,
las edades en pugna, tanta fiebre
de pronto carcomiendo los ventrículos,
y el sol un vómito de sangre absurda,
absurdo como todo en aquel antro
que fundó Maquiavelo.

La genta maldecía hasta su sombra,
las plantas eran leña sin enjundia,
animales con rabia, tronamentas
de flamígeros dientes con el hambre
en forma de piñazos.

No quedó un habitante que contara
aquel Armagedón, pozo del odio,
hermanos contra hermanos, tanta envidia
de combustible para el juicio.

Después llovió cien años, los linderos
convertidos en muros y las voces
todavía un insulto.

Pastor Aguiar

martes, 22 de mayo de 2012

Duraciones




Existe un animal que dura pocas horas;
otros pueden quedarse tantos años
en esta barahúnda contagiada de amnesia,
que les da por jugar a haber estado siempre.

Cuánto dura un minuto,
acaso es diferente la edad de una montaña,
acaso no llegamos al instante
de la metamorfosis
y otro ciclo nos muerde y nos vomita
quién sabe en cuál memoria.

Yo siempre estoy pasando como un tiro,
perdiéndome de vista en una muchedumbre
que acumula sus huellas en forma de refugio,
y dejan de ser hombres si hace falta
y se roban el tiempo.

Qué poco racional la inteligencia
si estamos de ida y vuelta permanente,
sin encontrarnos.

Durar es un estado inalcanzable
que siempre nos invita.

Pastor Aguiar

Siempre tú




No te vayas jamás,
que el tiempo no adivine en tu figura
lo transitorio y te pronuncie eterna,
eternamente hermosa el Alma niña,
esa carne de pétalos oliendo
tan dulces levedades.

Siempre tú como el vino siendo copa a la vez,
ortografía para el labio a tientas,
para mi sed de uvas que se escriben
con la terca abundancia del Amor.

No transcurras al día de mañana,
yo cargaré por ambos los relojes.
Una vida tras otra seré el mismo
ermitaño en tu puerta.

Pastor Aguiar

miércoles, 9 de mayo de 2012

Mi padre




Debes estar en mí como la sangre.
La mitad de mis gestos se parecen a ti,
supongo, porque fuiste tan breve en forma física
que puedes ser cualquiera de mis miedos,
de mis raros anónimos sin rostro,
y un deseo suicida casi pájaro.

Cómo rescato el tiempo que nos tuvo
si a veces no me siento el apellido
cuando dicen Aguiar a quemarropa
y escucho adivinanzas.

Alguien que lo tradujo desde la inexistencia
me lo miró en los ojos y era lágrima
en la sala de espera, sin velorio
durando todavía.

Se habrá quedado en mí de polizonte,
de poeta maldito y salto que no cae,
de hambre por el hambre de universo,
dijera mis babeles.

Cómo se morirá dos veces cuando muera
sin haber dado un hijo que nos copie.

Seré venganza en solitario,
seré mi propio padre dando gritos
para que resucite por mi boca
sus últimas palabras.

Qué diría con fuerza suficiente
para ser ambos al unísono;
yo que apenas soy uno.

Pastor Aguiar