Tan tremenda es la tarde
y tan tremendo el día que se acuesta
poco a poco en el nido del horario
que dejo de ser yo por un momento
y atardezco también.
Esa tarde que roba los sentidos
y devora los pájaros de un golpe,
parece abochornada, pero sigue
haciendo de las suyas.
Yo me siento asustado, me recluta,
me asalta con sus rojas impiedades
como si fueran todas de una vez
y una vez siempre.
Pastor Aguiar
Hermoso poema!!
ResponderEliminarGracias, amigo. Un abrazo.
ResponderEliminar