No sé cantar, no sé escribir con gracia,
y me mata el deseo de hacer algo
que pague mi existencia en este mundo
al que llegué de un golpe.
Me gritaron de golpe un casi agosto,
para colmo de noche, ¿habrá dolido
tanto a mi madre el acto de crearme?
Han pasado sesenta y más razones
por mis costillas que dijera alas
tatuadas en la tierra donde muero
con la pluma en alto por si ocurre
el milagro de darme por escrito
ya que nunca me he dado.
Tanto que rezo, tanta el hambre
de palabras mías, Dios mi boca,
esta boca de sangre masticada.
Y cómo me desnudo,
dónde llevo las ropas que me ciñen,
¿será simple ilusión creerme hombre?
Sólo sé que esta carne sabe a mí
y se hace vieja poco a poco.
Me estoy ejecutando, me eyaculo
en un acto final como los héroes
sin nadie que los mate.
Pastor Aguiar